CONMEMORANDO
UN ANIVERSARIO
12
DE ABRIL DE 1920-2007.
Carta
a los jóvenes peregrinos:
La
muerte de un ser querido es causa de dolor para quien lo
vive y sufre esa pérdida. Los santos como cualquier otro
mortal han sufrido el trance la muerte de muchas formas
diversas, pero con el correr de los años y viendo su paso
por este mundo se ha llegado a afirmar de ese día que es su
“dies natalis”, es decir, el día de su nacimiento para la
vida eterna.
El
12 de Abril de 1920, se despedía de este mundo una joven
carmelita descalza en Los Andes. Era Sor Teresa de Jesús,
monja que terminaba su noviciado, y debió profesar in
“artirculi mortis”, por motivos de salud y su
inminente muerte. La Comunidad aprobó su Profesión en esas
condiciones por la vida que había llevado en el monasterio y
nada impedía que emitiera sus
votos.
¿Por
qué se le daba la Profesión a una religiosa enferma? Si su
salud no se hubiera agravado, quizás la hubieran tenido que
devolver a su casa. Una de las primeras condiciones para ser
carmelita de clausura era tener buena salud para soportar la
dura vida de penitencia y ayunos propia de las carmelitas de
ese tiempo. Debía haber fuertes motivos para darle la
Profesión a esta monja en esas condiciones. Lo más razonable
es pensar que luego de una vida breve de monja,
había demostrado cualidades para la vida monástica, al final
del período formativo, la enfermedad asaltó su vida con
peligro de muerte, y la Profesión se le dio para coronar
todo un proceso de vida cristiana y carmelitano que en breve
tiempo, alcanzó cimas de vida espiritual
considerables.
La
muerte de los 32 jóvenes en Virginia, EEUU, a manos de otro
joven coreano con problemas psicológico golpea fuertemente
al mundo juvenil, en particular universitario de todo
el mundo. Las graves frustraciones personales con el
ambiente lo llevaron a tan terrible y lamentable decisión de
acabar con la vida de sus compañeros y luego la propia. La
muerte de un joven siempre impacta a la opinión pública y
particular a los que tienen fe en Dios. ¡Cuánta falta
hace Dios al mundo de los jóvenes!
Juanita
Fernández Solar supo de otros sufrimientos en su vida, pero
que llevados con fe resultaron una bendición a lo largo de
su breve existencia. Los problemas familiares, de
convivencia de sus padres, la educación de sus hijos
respecto a lo económico, el rumbo que tomaron sus hermanos,
lejos de la vida cristiana que quería su madre y ella para
ellos fueron una pesada Cruz que Juanita supo, con el
callado amor del Maestro, llevar en la cotidianeidad de su
existencia. Veía sufrir a su madre, los problemas
económicos de su padre, la pérdida del patrimonio
familiar, la vida bohemia de su hermano, la pérdida de fe
del otro.. . A esto hay que agregar los sufrimientos
personales y vocacionales que supuso la llamada de Jesús a
la vida religiosa, particularmente a la vida contemplativa
del Carmelo.
Su
riquísima personalidad debió conocer la firme guía de una
madre y la ascesis o disciplina personal para superar su
carácter demasiado llevado a salirse con la suya, a
ser demasiado regalona y sus pataletas o rabietas como ella
misma las denomina. La llamada del Señor supuso un trabajo
mayor de perfección cristiana, educar su vida a la voluntad
de Jesús. Ese cambio sereno y activo supone una fuerte
inversión de amor infinito de parte de Dios en su vida que
se acrecienta desde la Primera comunión y que la oración
contemplativa fue sosteniendo en el tiempo de su vida
teologal. Esta Cruz Juanita la supo llevar sola, con una
característica particular: la alegría de quien se sabe
amada porque Aquél que se encuentra Crucificado en esa
Cruz, que ella comparte como una bendición. Llega
afirmar “que importa sufrir cuando se ama”, si a ella Cristo
viene con una Cruz y en ella está escrita una sola
palabra Amor, no lo puede más que
acoger con amor. Había aprendido que amor con amor se
paga.
Teresa
de Los Andes, conoció el dolor y el sufrimiento pero como
cristiana su pesar lo unió al Varón de dolores, a
Jesucristo, y a su Cruz gloriosa y redentora, no para
aliviarlos sino para saber acompañar a quien en una Cruz,
nos dio la vida verdadera, vida eterna. Puso su dolor al pie
de la Cruz, ahí clavó su cruz para recibir del Crucificado
por amor, la redención de su dolor, luego de haber recorrido
en su breve existencia el camino hacia el Calvario.
Delicadeza de su amor divino fue aceptar su sacrificio el
mismo día en que la Víctima sobre el altar del
Calvario en la Cruz, entregaba su vida al Padre por la
salvación del mundo. Pasó a la casa del Padre un Viernes
Santo. En su ofrenda Cristo con todos los crucificados de la
historia presentó al Padre el dolor redimido de toda la
humanidad. Desde ese momento para quien cree el dolor tiene
otro sabor y sentido porque Jesús
Resucitó.
Jóvenes
peregrinos, mucho ha cambiado la humanidad desde la muerte
de Teresa, pero ustedes conservan lo propio de la juventud,
la alegría y fortaleza que la propia vida entrega,
para vivir y anhelar una existencia más sana y
cristiana. La vida vale la pena vivirla sólo si es en
Cristo, el Joven Jesús, que vivió para amar al Padre y a los
que creen en ÉL. Es verdad que hoy lo económico prima en la
vida de todos, pero también constatamos que eso puede dar
éxito profesional pero no la felicidad verdadera, autentica.
Esa felicidad puede llegar a satisfacer las necesidades
materiales pero no necesariamente las del hombre interior:
dicha por la vida de saber amar y saberse
amado.
Todavía
el sinsentido de la vida, propio de las naciones ricas y
prósperas, no hace su aparición por estos lugares y ojalá no
llegue nunca para evitar la muerte de tantos jóvenes. Sin
embargo han llegado otros males, las drogas, la pornografía,
el alcoholismo juvenil, etc. que ya se han cobrado muchas
vidas. Si miramos a Teresa de Los Andes nos ofrece el camino
alegre del seguimiento de Cristo con las mismas inquietudes
y anhelos propios de un corazón joven que busca y se
abre camino por la vida. Sigámoslo con confianza, sabiendo
que en el camino vamos a encontrar obstáculos difíciles de
superar pero no imposibles cuando hay fe y ganas de hacer la
voluntad de Dios en la propia
vida.
Si
tienes familia, una casa, estudio y trabajo valora lo que
tienes porque piensa que hay muchos que quizás no tiene nada
de eso. Siéntete agradecido de Dios y de las posibilidades
que la vida te ha brindado y que has sabido aprovechar. Que
puedas afirmar sin temor que verdaderamente “Dios es alegría
infinita” porque colma tus anhelos más profundos y te
bendice con más de lo que le has pedido.
Teresa
de los Andes encontró la felicidad haciendo la voluntad de
Dios en su vida. Esa voluntad la quería tras rejas en un
monasterio para que orara por la humanidad y la Iglesia. A
ti te pide que busques su voluntad para tu vida y mientras
la descubres haz con toda perfección lo que tienes que
hacer. Si es estudiar, estudiar; si es trabajar, trabajar
con toda perfección, glorificando a Dios con tus estudios y
trabajos porque ahí está Dios acompañándote en tu
vida.
La
vida hay que tomarla en serio, más aún si se profesa la fe
cristiana. En este tiempo de Pascua, Teresa de Los
Andes nos ayude, jóvenes, a tomar la vida muy en serio para
aprender que en la entrega de la propia vida está la
felicidad y la alegría del cristiano al estilo
de Jesús de Nazaret, de María nuestra Madre y de Teresa de
Chile.
P.
Fr. Julio González Carretti. OCD
12
de Abril de 2007
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