Beato Gaspar Bono

Autor: Padre Jesús Martí Ballester

 

 

1. SU MISTICA

Catedral de Valencia. Capilla de San Francisco de Borja. Juan de Juanes pintó sobre una tabla la imagen del Venerable Agnesio, poniéndole a Santa Inés un anillo en el dedo como arras de la declaración que la Santa le hizo de admitirlo por esposo espiritual, en recompensa de la devoción amorosa que le profesa

Llega el Beato Gaspar de Bono, se arrodilla y ora tan fervorosamente que se trasluce en su semblante ardoroso y alegre. Se conserva aún la tabla. Un día le confió a un religioso que le acompañaba: "Hermano, ¿no ve en el retablo de Santa Inés, cómo el Venerable Agnesio pone un anillo en el dedo de la Santa? Pues sepa que era tan devoto suyo que un día mereció que se le apareciese la Santa, y, después de haber tenido una plática dulcísima, le admitió por su esposo espiritual, y él le dio por arras aquel anillo." Este hecho nos dice los puntos que calzaba la alta espiritualidad y el aire que respiraba el alma del Beato Gaspar..

2. LA POBREZA

Sus padres se establecieron en Valencia, como tejedores de lino y en Valencia nació Gaspar el día 5 de enero de 1530 y recibió este nombre en veneración de uno de los Santos Reyes, por haber nacido en la víspera de su fiesta. Vivía el matrimonio con escasez. Escasez que llegó a pobreza angustiosa cuando la madre, todavía joven, quedó completamente ciega y no pudo ayudar al esposo en los telares. Tampoco Juan se bastaba por sí solo para atender al pesado oficio. Vendió, las herramientas de su ocupación diaria, dejó la casa porque ya no la necesitaba tan grande, y se hizo afilador y vendedor de juguetes de poco valor; con unas cañas y unos pedazos de papel fabricaba molinillos de viento. Contaba Gaspar entonces unos tres años.

En Valencia, como en todas las partes de la cristiandad europea, se mezclaban la fe viva y la gloriosa piedad medieval con las pecaminosas corrientes derivadas del Humanismo y del Renacimiento. 

3. SAN VICENTE FERRER

La palpitación que despertó en todas partes San Vicente Ferrer en el paso del siglo XIV al XV quedó también de manera poderosa en su patria chica. Concretamente la adivinamos en los infantiles entretenimientos de Gaspar. No sólo se complacía en cantar la salve, vestir de flores una cruz y dar otras muestras de su piedad, sino que en plena calle organizaba procesiones con sus amiguitos, para remedar las de los disciplinantes, al menos en el canto doloroso del estribillo vicentino "¡Señor, verdadero Dios, misericordia!", llevando luces de candelillas y cantando las letanías. 

4. QUIERE SER SACERDOTE

Sus padres le colocaron a los diez años en casa de un rico mercader, pero a Gaspar no le llenaba aquel oficio, cuando empezó a sentir el anhelo de cosas más altas: quería ser sacerdote. Y no vio otro camino posible ni mejor que el claustro. Y hasta le pareció fácil, porque otro criado mayor de la misma casa, que tenía también el mismo proyecto y sabía latín, se ofreció a enseñarle esta lengua. Gaspar entraba en el convento de dominicos de la ciudad. Pero recapacitando la mucha pobreza de su casa, tuvo que volver al antiguo empleo.

5. SOLDADO DE CARLOS V

A los veinte años, y, aunque su dueño le quería y le ayudaba a sustentar a sus ancianos padres, Gaspar, en busca de más fortuna, se alistó en el ejército de Carlos V. Quizá le moviese a ello un sentimiento de inferioridad que le apartaba de buscar el anhelado sacerdocio, pues era balbuciente y tartamudo. Estuvo en el ejército ocho o diez años, sin ascenso ni esperanzas de alcanzarlo. En este género de vida, más apto para la distracción que para las virtudes, se complacía en repetir, a tiempo y a destiempo, la jaculatoria tan valenciana: "Jesús, José y María "; también era devoto de San Valero, titular de una parroquia de Valencia, porque fue tartamudo; rezaba diariamente el oficio, el rosario y la letanía de Nuestra Señora; frecuentaba templos y "de mi pobreza no dejaba de dar limosna a los pobres, aunque faltase a mi sustento". Indudablemente, era también militar a lo divino y en estos campos de la vida interior debería desplegar sus dotes y recursos de combate y estrategia, buscando la santidad a toda costa, con brillante éxito y guiando a otros.

6. MILITAR FRUSTRADO

La ocasión para cambiar de profesión le llegó por el fracaso material. Sucedió que él, con algunas unidades de su escuadrón de caballería, tuvo que hostigar al enemigo con el fin de descubierta: pero el enemigo respondió con tanta fiereza que Gaspar y los suyos retrocedieron en confuso desorden. El mismo cayó en un pozo seco, quedando oprimido por su cabalgadura; los enemigos vinieron sobre él, y, después de abrirle la cabeza a golpes de alabarda, le dejaron por muerto. En aquella terrible angustia invocó a sus santos patronos y a la Virgen de los Desamparados, prometiendo ingresar en la Orden de San Francisco de Paula si salía con vida. 

7. SERA FRANCISCANO

Pudo cumplir el voto. Experimentado ya en la pobreza y en sus trabajos, no le resultaba áspero seguir las reglas del instituto: perpetua abstinencia de carnes, de huevos y lacticinios, coro a medianoche y otras penitencias.

En aquel santo retiro la virtud de Gaspar comenzó a ser notable. Su mismo apellido, Bono, se prestaba a inocentes juegos de palabras que ponían a prueba su humildad, y él se precavía contra la vanagloria diciendo: "Sólo de bueno tengo el nombre, porque de palabra, obra y pensamiento soy malo." Se celebraban en el convento unas conclusiones públicas de filosofía, y uno de los novicios, para lucir su ingenio, alabó al padre Gaspar, que presidía. Mas fue tal el dolor de éste, que, asomando a sus ojos las lágrimas, saludó a los concurrentes, abandonó la sala y se retiró a su celda lleno de confusión. Llegó la hora de la cena, y el inocente agresor tuvo que escuchar, entre otras admoniciones, esta salida propia de un santo: "Por que vuestra caridad no pague la lisonja en el purgatorio, reciba una disciplina por espacio de un miserere." 

8. DISCERNIMIENTO DE EPIRITUS

Como San Felipe Neri, tenía un sexto sentido por el que era capaz de olfatear la hediondez del pecado, el Beato Gaspar Bono leía en las conciencias. Si llegaba al convento algún religioso con el alma no tan pura como cabía esperar, y le hablaba mostrando sequedad y rigor en las palabras. Si el mismo fraile le pedía licencia para salir, le atajaba con aspereza:¿Para qué quiere ahora ir fuera? Quédese en casa; que yo sé que le conviene así al servicio de Dios y al bien de su alma."

9. LOS MINIMOS CONTEMPLATIVOS

La Orden de los mínimos, fundada en 1460, seguidores de San Francisco de Paula se mantienen dentro del molde de las Ordenes mendicantes. Forman un frente silencioso y heroico, donde la humildad resulta fácil. De aquí que la tendencia apostólica, la salvación del prójimo, no encaje en la espiritualidad del Beato Gaspar Bono como fin primordial, porque sólo dentro de los muros del convento se puede guardar. Por eso, para estar al día, mandará al hermano limosnero que le cuente los pecados y desórdenes de que haya tenido noticia por las calles, para rezar y hacer penitencia pr los pecadores, pero no irá a buscar a los pecadores.

Su espiritualidad genuina es imitar al Poverello de Asís con una tendencia más rigurosa que las ramas franciscanas. Gaspar Bono será luz y sal de la tierra, pero sin salir apenas al mundo, en el silencio del claustro. Su primer biógrafo y contemporáneo, el padre fray Vicente Guillermo Gual, atestigua que, en el convento de Valencia, un hermano vió al siervo de Dios en medio del coro envuelto en una claridad tan deslumbradora que no le permitía distinguir lo que era. Quedó inmóvil sin atreverse a pasar ni poder volver atrás. Cuando se mitigaron los resplandores, vio al siervo de Dios en oración. Se levantó y le dijo: "¿Qué tiene, hermano fray Pedro? Parece que está turbado y espantado. Hijo mío, sosiéguese por lo que ha visto. Le suplico humildemente, y como superior le mando, que guarde secreto."

10. PROVINCIAL POR OBEDIENCIA

Fue necesario que interviniese arzobispo de Valencia, San Juan de Ribera, para que el padre Gaspar fuese elegido provincial. Y si aceptó el cargo a pesar de todas las razones que pudo discurrir su humildad, en la pobreza no toleró interpretaciones contrarias a aquella virtud. Llega un día el procurador y le dice:" Padre, reciba este tintero nuevo, que es una vergüenza que en la mesa de un provincial haya este tan viejo y feo. El siervo de Dios contestó: "¡Ah Jesús, José y María! ¿Para qué esta novedad de traerme tintero nuevo? Váyase con su tintero, que yo me hallo bien con este pobrecito, porque ha muchos años que somos amigos."

Siempre conservó las tradicionales devociones que aprendió de sus padres. Los frailes le veían cantar de rodillas y de memoria los gozos de San Vicente Ferrer en su lengua materna.

En el alma del Beato Gaspar se funden admirablemente los ideales propios de aquellos siglos, cuando los hombres cifraban su ambición en una de estas dos arduas metas: ser guerrero o ser monje; triunfador terreno o santo. También para nuestros tiempos tiene una enseñanza el Beato Gaspar, puesto que en él se cumple la sentencia de San Francisco de Sales: "Todos nosotros podemos alcanzar la santidad y la virtud cristiana, cualesquiera que sean nuestra profesión o posición social", según recordó el papa Juan XXIII en la canonización de otro santo de extracción humilde a los ojos de los hombres: Carlos de Sezze, franciscano. Y no digamos el Concilio Vaticano II, remachado en la Tertio adveniente milenio.